sábado, 15 de noviembre de 2014

RECUERDOS DE MI INFANCIA : EL SALPÁS

Según la tradición, la sal humedecida con agua bendita, lanzada por el párroco  con una cuchara a la pared,  junto a la entrada de las casas,  protegía a sus moradores  de todos los males.   



Recuerdo que allá por los primeros años de la década de los cincuenta del pasado siglo XX, poco después de Semana Santa, el párroco de la iglesia de Sant Baldiri, de Sant Boi de Llobregat, mosén Lluis Triola i Esqueus, junto con dos monaguillos de la misma parroquia, pasaba por todas las casas del municipio para efectuar el salpás.

El salpás, desde hace años en desuso, era una tradición cristiana que consistía en la visita anual que realizaban los párrocos durante la Pascua por todas las casas de sus respectivas parroquias, para bendecirlas con agua y sal, y con ello, protegerlas de cualquier mal.

Con una cuchara  tiraba la  sal mojada con agua bendecida junto a la puerta principal de entrada de cada hogar, y la humedad permitía que la sal quedara pegada a la pared.

Esta tradición recuerda que Moisés, en el momento de la Pascua a Egipto, mandó pintar con sangre de cordero pascual los portales de las casas de los israelitas, para que el ángel exterminador pasara de largo sin detenerse a causar mal alguno.

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