miércoles, 14 de mayo de 2014

CURIOSA PERSPECTIVA DEL CRISTO REDENTOR, EN LA CIMA DEL CORCOVADO, EN RIO DE JANEIRO, ENVUELTO EN NUBOSIDADES.

En la imagen superior, curiosa perspectiva del Cristo Redentor, de Río de Janeiro (Brasil), envuelto de nubosidades. En la inferior, la  ciudad brasileña a los pies  de la monumental obra escultórica.


He de admitir que cuando he visto la imagen del Cristo Redentor envuelto de nubosidades, por unos momentos he tenido la sensación  que era el mismísimo Jesús, el Hijo de Dios,  que descendía de nuevo a la tierra para volver a salvarnos, precisamente en unos momentos en que la Humanidad  está tan necesitada de ello, al encontrarse cercana a  su propia destrucción. Pero no, la imagen es producto del acierto de un fotógrafo que ha tenido la oportunidad de captar con su cámara,  la grandiosa escultura  invadida por negros y tormentosos nubarrones y de la que solamente resulta visible  la parte superior del monumento.

EL MONUMENTO

La idea de construir un Cristo monumental, con los brazos abiertos, surgió en el año 1921, en el marco de la conmemoración del centenario de la independencia del Brasil.

Los primeros croquis fueron realizados por el pintor carioca Carlos Oswald,  desarrollando el proyecto el arquitecto brasileño Heitor da Silva Costa.

Las obras tardaron cinco años en iniciarse, y otros cinco en concluirse, empleándose más de mil toneladas de cemento armado, siendo la piedra utilizada para el monumento la llamada "piedra jabón", por su resistencia a las inclemencias del tiempo,  combinándose ingeniería, arquitectura y escultura. Es de destacar que, atendidas las características del proyecto y la época en que se contruyó el monumento, no se tuvo que lamentar la pérdida de ninguna vida humana.

La escultura tiene una altura de 38 metros, sin contar  los 8 metros del pedestal. Está  situada en la cima del Corcovado, en Río de Janeiro (Brasil), a 710 metros sobre el nivel del mar, siendo actualmente el mirador panorámico más famoso de Brasil, y el ícono carioca más fotografiado por los turistas que visitan aquel país.

Atendido que  meteorológicamente  Brasil registra una media de  cinco millones de rayos al año , resulta que la noche del jueves, 16 de enero de este año, un rayo dañó el tercer dedo de la mano derecha del monumento, mientras que el año anterior, otro rayo impacto también en la colosal figura.