Sujetando con dificultad la palma, después de la bendición en la Parroquia de Sant Baldiri, de Sant Boi de Llobregat, un Domingo de Ramos de mis primeros años de vida. (Foto: Andreu)
El Domingo de Ramos se conmemora la entrada mesiánica de Jesús de Nazaret en Jerusalén, para dar comienzo de esta manera, a su pasión y muerte en la cruz, e iniciándose de esta manera la Semana Santa.
En el transcurso de la Eucaristía que se celebra, el sacerdote bendice las palmas, ramos de olivo y de laurel que los fieles llevan en sus manos, y una vez bendecidos se inicia una procesión que forma parte de la liturgia del Domingo de Ramos, que rememora la entrada triunfal del Señor en la ciudad de Jerusalén, en medio de una inmensa multitud que lo aclamaba como Hijo de Dios.
COLGADOS EN VENTANAS Y BALCONES.
Recuerdo perfectamente que durante mi niñez, cada año acudía con mis padres a bendecir la palma en la Parroquia de Sant Baldiri, de Sant Boi de Llobregat, municipio de nuestra residencia. Aquel día era costumbre que los niños y las niñas estrenaran zapatos, calcetines y alguna que otra pieza de ropa, propia de la estación primaveral.
De regreso a casa, lo primero que se hacía era colgar la palma o los ramos de olivo y de laurel bendecidos, en ventanas o balcones situados en las fachadas de los edificios, y allí permanecían hasta que eran sustituídos por los del año siguiente , porque existía una antigua creencia que aseguraba que de esta manera se protegía a sus moradores de los espíritus malignos.