jueves, 30 de junio de 2016

DESMONTANDO LA HISTORIA DE ENRIQUETA MARTÍ, LA VAMPIRA DEL RAVAL.

 Enriqueta Martí i Ripollès.
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La niña de 5 años, Teresita Guitart, liberada después de ser secuestrada por Enriqueta Martí.


Hace muchísimos años, en mi adolescencia,  me sorprendió ya por aquel entonces,  la lectura de  las atrocidades atribuídas a Enriqueta Martí, conocida popularmente como la "Vampira del carrer de Ponent", la " Vampira del Raval" o la "Vampira de Barcelona". Una vida desordenada salpicada con el  secuestro y asesinato de niños y niñas y un largo etcétera con que el morbo estaba servido.

ENRIQUETA MARTÍ I RIPOLLÈS

Nacida en Sant Feliu de Llobregat, en 1868, de jovencita se trasladó a Barcelona, donde empezó a trabajar como sirvienta. Sin embargo, no tardó en dedicarse a la prostitución, en burdeles, en el puerto de Barcelona o en el Portal de Santa Madrona.

El 5 de enero de 1895 se casó con el artista pintor Joan Pujaló, si bien el matrimonio fracasó, según su esposo,  por la tendencia de Enriqueta hacia los hombres, por su carácter extraño, sus continuas mentidas y sus visitas en casas de mala vida. Considerada como la asesina en serie de niños y niñas más peligrosa de la historia, resulta que no ha quedado probado, en los últimos años, que matara a ningún niño. En su época, eran frecuentes las desapariciones de niños y niñas, y la figura de Enriqueta Martí era el puzzle  que encajaba perfectamente en tales circunstancias. Falleció de cáncer de útero en Barcelona, el 12 de mayo de 1913.

DESMONTANDO LA LEYENDA QUE NO FUE.

En estos últimos años, la historiadora Elsa Plaza, autora del libro "Desmontando el caso de la vampira del Raval", y un ensayo el periodista Jordi Corominas, han puesto los puntos sobre las íes en lo referido a la leyenda negra cebada en torno a Enriqueta Martí.

Reproduzco seguidamente el ensayo del periodista Jordi Corominas:

"La primera vez que el escritor Jordi Corominas leyó una reseña sobre la tremebunda historia de Enriqueta Martí i Ripollés, nacida en 1868 -- bautizada después " la vampira del raval" -- también creyó en su leyenda negra. ¿Por qué tendría que dudar del relato oficial?.

Así quedó registrada en su memoria: "Nacida en Sant Feliu de Llobregat, fue a Barcelona y amó el pluriempleo. Sirvienta, probable prostituta, curandera, proxeneta, secuestradora, mendiga, lavandera, modista, madre sin hijos, progenitora huérfana, amiga de los ricos, princesa de los pobres, vampira por mitología y asesina en serie por caprochos de la propaganda". ¿Quién da más? se pregunta el escritor.

Teóricamente -- sobre el papel y en connivencia con el relato de las autoridades -- Enriqueta Martí habría sido un verdadero monstruo. Todo habría empezado por el secuestro en 1912 -- eso sí fue cierto -- de una niña de cinco años. Teresa Guitart.

Diecisiete días después la criatura aparecería con el pelo rapado y vestida con andrajos en su piso de la calle Poniente donde -- contaban las crónicas -- se encontrarían espeluznantes hallazgos: huesos, restos de sangre, extraños utensilios...

Se suponía que Enriqueta secuestraba niños y utilizaba sus flujos corporales para elaborar ungüentos que vendía a burgueses -- a la salida del Liceo -- o aristócratas -- más arriba de la Diagonal -- con la promesa de "la eterna juventud". ¿Se les ocurre algo más espeluznante?.

"Yo elaboraba artículos de crónica negra -- explica Jordi Corominas a La Vanguardia -- intentando buscar alguna rendija por la que comprender la vida de asesinos y víctimas". Hizo lo mismo en Radio Barcelona. Barajando información sobre crímenes locales siempre chocaba con el nombre de Enriqueta Martí. "Un día, habiendo aceptado ya la versión mentidosa, decidí meterme de lleno, bucear, en la hemeroteca. Precisamente, la de La Vanguardia". Y entendió por qué muchos cronistas  miraban solamente la información escabrosa que se  publicó  los primeros días prescindiendo de realizar un posterior seguimiento riguroso.

"Enriqueta no era una asesina sino más bien paradigma de una Barcelona pobre y desesperada que era la que no acostumbraba a salir en los medios".  A Corominas le fascina, de Enriqueta, que no deja de ser una víctima de una ciudad donde no se aplica ningún tipo de piedad, no se contextualiza, y donde la miseria era el factor común" por mucho que nos hayamos quedado con la narración del Modernismo oficial o con el esplendor de la burguesía de entonces".

La curiosidad de Jordi Corominas i Julián, sin embargo, iba más allá. Tras el impacto incial, cotejó artículos como el publicado por Pedro Costa en El País. Empezó a investigar y, tras muchas horas de trabajo, llegó a la conclusión de que la historia de la Vampira del Raval no había sido más que el producto de una maquinaria periodística a favor del morbo y la truculencia. repasó notas y archivos, leyendo crónicas de la época en La Vanguardia y ABC y confirmó que " muchos de quienes volvieron  a explicar el caso se limitaron a leer las reseñas de esos primeros días pero dejaron de investigar los últimos rastros del relato..." Porque la historia de Enriqueta no es como parece.

La lectura de Barcelona 1912. El caso de Enriqueta Martí (Sílex) es doblemente interesante por cuanto desmonta toda la maquinaria de la leyenda. Para Corominas, Barcelona, que no contaba hasta entonces con un gran asesino en serie local, la figura de Enriqueta con un par de niños bajo el brazo y otros tantos a su paso, y una leyenda: "El plat del dia". 

Rumores y falsedades que el ensayo se encarga de desmontar. No es el primero. Hace pocos meses la historiadora Elsa Plaza publicó otro con conclusiones parecidas a las de Corominas y un enfoque sociológico y de género. Enriqueta Martí, lejos de ser una asesina, sería una mísera mujer marcada por un hecho que le destrozó la vida: la muerte de un hijo, de apenas diez meses, a causa de la malnutrición. "Perturbada por esa situación -- concluye Corominas -. secuestró a Tereseta". Tal vez para buscarle una compañía a Angeleta, la otra niña que ella cuidaba, en el piso que compartía con el abuelo. "Pero la suya no era una mente analítica ni criminal. Hoy hubiera recibido atención psiquiátrica".

La leyenda de "la mala dona" ha generado varias novelas, obras de teatro, incluso un musical. El trabajo de Corominas rectifica y dignifica, en algo, su figura. La Barcelona del siglo XIX -- una ciudad con el 50% de analfabetismo y 12.000 prostitutas -- era lugar idóneo para el relato siniestro. Pero aquella pobre desgraciada sobre la que se cebaron las crónicas de la época -- y posteriores -- ni siquiera murió, como se dijo, apalizada por sus compañeras reclusas -- aunque falleció en prisión -- sino víctima de un cáncer de útero.

"Su historia real no deja de ser dikensiana -- continúa Corominas -- y este es el contraste más salvaje con la versión oscura que hemos heredado. En realidad, lo único que tenemos es un ser anónimo, a quien siempre andan desahuciando, enfrentado a unas condiciones materiales de máxima miseria que la llevan a una serie de hechos alucinantes que tampoco podrían haberse sucedido con tanto impacto sin un elemento esencial: las apariencias".

Para el autor de este ensayo desenmascarador, Enriqueta fue sólo el chivo expiatorio periodístico que ocultaba las vergüenzas de Barcelona. No olvidemos que su cuñada le  da a cuidar a su criatura -- Angeleta -- porque la ha tenido viuda y teme el qué dirán.

El autor del ensayo descarta una por una las hipótesis. ¿Se demostró que existieran los famosos "ungüentos" milagrosos?. No. ¿Restos de sangre en alguna toalla?. Enriqueta sufría un cáncer de útero que le provocaba hemorragias vaginales. ¿De qué eran los huesos que se encontraron?. Unos, probablemente extraídos de algún cementerio, y utilizados como amuletos mágicos, otros de animales usados para cocinar, gallinas y huesos de cerdo. Su día a día no era más que la suma de una vida desgraciada y una existencia misérrima que alguien quiso manipular, años después, como reclamo turístico.

El caso, tan sensacional como misterioso, queda registrado también en la vampira de la calle Poniente, donde Ginger Ape Books publicó sueltos y reseñas remitidas por las agencias de noticias en la prensa madrileña y crónicas del novelista Luís Antón del Almet, uno de los forjadores de la leyenda, corresponsal especial del ABC que acabó por creerse aquella feria de detalles macabros. Y, con él, todos sus seguidores.

Enriqueta Martí murió a los 45 años en la prisión Reina Amalia. Su historia acaparó la atención de toda España y esta fue la reseña inicial, el disparo de salida de una leyenda que hoy se está desmontando: "Barcelona 27, 2 tarde (Urgente). Un guardia municipal ha encontrado esta mañana a la niña desaparecida. Estaba secuestrada por una mujer de cuarenta años, llamada Enriqueta Martí, en una casa de la calle de Poniente. Cuando el público ha conocido la noticia, se ha aglopado frente al comicilio de la Enriqueta, y para evitar un asalto, han tenido que acudir las fuerzas del orden público. Ampliaré detalles". (1)

(1) La Vanguardia. Martes, 30 de diciembre de 2014. Págs. 32 y 33.  

martes, 28 de junio de 2016

LA VENERACIÓN ESOTÈRICA AL "SANTET", EN EL BARCELONÉS CEMENTERIO DE POBLENOU.




 Detalle del nicho del "Santet", en el Cementiri de Poblenou, de Barcelona.
Incendio de los Almacenes "El Siglo", el día de Navidad de 1932, treinta y tres años después de la muerte del "Santet", y que en vida había anunciado esta catástrofe.

 Una de las muchas asignaturas que todavía me quedan pendientes  en el deambular por los pedregosos   senderos de esta terrenal existencia, y que a estas alturas de mi vida  difícilmente voy a  poder ver realizada, es la visita al nicho de Francesc Canals Ambrós, conocido por el "Santet", y cuyos restos reposan en un nicho del cementiri del Poblenou, de Barcelona.

El Cementiri del Poblenou fue el primer camposanto civil de la ciudad de Barcelona, construído  cuando se prohibieron los cementerios parroquiales y que, por cuestiones higiénicas y sanitarias, tenían que emplazarse alejados de los centros urbanos.

El de Poblenou, data del año 1775, si bien en la Guerra del Francés sufrió los efectos del incendio,y del que son testimonio las paredes ennegrecidas de la mayoría de las bóvedas de los panteones neogóticos del recinto antiguo, siendo obra del italiano Antoni Ginesi el diseño actual, que es del año 1819.

 En los inicios fue un cementerio para  personas de escasos recursos, atendido que la alta burguesía seguía pagando para ser sepultados en las iglesias,  no siendo  hasta mediados del siglo XIX, con la ampliación y reforma del recinto, cuando se empezó a enterrar a los miembros de las familias más pudientes de la ciudad. Pero el humilde nicho consideraban que era poca cosa para ellos, y empezaron a construir elegantes mausoleos que solían encargar a los mismos arquitectos modernistas que les edificaban  sus casas, y que unido al concurso de buenos escultores, han legado un valioso patrimonio artístico funerario a la ciudad.  Pero ni el insigne músico Anselm Clavé, ni las tumbas masónicas, ni la lápida que recuerda a 17 vecinos del barcelonés barrio de Gràcia que fueron fusilados  por un crimen que no cometieron durante la revuelta de 1856, ninguno de ellos reciben las visitas y la veneración de tantas personas como las que recibe el nicho del "Santet".

¿QUIÉN FUE "EL SANTET"?

Francesc Canals Ambrós, joven de origen humilde, era conocido entre sus vecinos de la Plaça de la Llana, de Barcelona, y por sus compañeros de trabajo, como persona muy caritativa y que tenía el extraño don de los  sueños premonitorios. Murió joven, a la edad de 22 años, en el año 1899, a causa de una tuberculosis.

Trabajaba como dependiente de los Almacenes "El Siglo", que en aquella época estaban situados en la Rambla de los Estudios, núms. 3, 5 y 7, calle de Xuclá, 10, 12 y 14 y núm. 1 de la Plaça del Bonsuccés, y pertenecían a la familia Conde. A raiz del incendio de 1932 se trasladaron a la calle de Pelayo, y tras una crisis, fueron comprados por Julio Muñoz Ramonet, propietario de los Almacenes El Águila". 

"El Siglo" cerró en el año 1981, el mismo año que un incendio provocaba la caída a la calle Pelayo, del águila de piedra que coronaba los almacenes con nombre de águila depredadora. A la vista de los acontecimientos, se desprende que los incendios han sido frecuentes en la historia de los grandes almacenes.

La leyenda del "Santet" nos cuenta que éste predijo el incendio que asoló en la Navidad del año 1932 su lugar de trabajo, si bien esta circunstancia se produjo 33 años después de su muerte, por lo que la profecía resulta un tanto "sui generi".

Lo que cuenta la leyenda, que no lo cambie la historia, pero en la época en que vivió y murió Francesc Canals, la ciudad de Barcelona era un núcleo de gran actividad espiritista, y buena prueba de ello la tenemos en que en ella se celebró en el año 1888 el Primer Congreso Internacional Espiritista, y la doctrina de Allan Kardec tenía seguidores entre nobles y obreros, militares y anarquistas, masones y algún que otro conocido religioso.

Se cuenta que quien se acerque al nicho del "Santet" para hacerle una petición, debe seguir dos indicaciones: primera, no hacer peticiones directamente de dinero, y segunda, que una vez se aleje del nicho, nunca lo haga volviendo sobre sus pasos.

PROCEDENCIA:

Notas sueltas de mis archivos.  Carpeta "Cementiris".

domingo, 26 de junio de 2016

RAMONA LLIMARGAS, LA MONJA BILOCADORA DEL GENERAL FRANCO.


 La masía Can Trilla, en el pasaje a la altura del número 177 de la calle Mayor de Gracia.(actual Gran de Gràcia), de Barcelona.
 Entrada al convento, en el Pasaje de Can Trilla.
 Sepulcro donde está enterrada Ramona Llimargas, en el interior del convento de Can Trilla.
 Llavero publicitario de Colmados Simó, de la calle Salmerón, 54 (actual Gran de Gràcia), donde mi padre estuvo trabajando durante muchos años.
Plaça Trilla. En el fondo la masía de Can Trilla. Este lugar  fue escenario de mis juegos infantiles entre los años 1953 y 1957, cuando mis padres se establecieron en un colmado situado en el número 196 de la calle Mayor de Gracia (actual Gran de Gràcia), esquina con la Plaça Trilla.


Cuando en el segundo semestre del año 1953 nos trasladamos de Sant Boi de Llobregat a Barcelona, donde mis padres abrieron un establecimiento de ultramarinos (colmado) en el número 196 de la calle Mayor de Gracia (actual Gran de Gràcia), esquina con la Plaça Trilla, y donde permanecimos hasta el año 1957, desconocía yo, naturalmente entonces,  una curiosa historia tejida en aquellos espacios que frecuentaba en mis juegos infantiles, y que sin más consideraciones voy a referir.

 LA MONJA BILOCADORA DEL GENERAL FRANCO.

En el popular barrio de Gràcia, de Barcelona, a la altura del número 177 existe un pasaje con la masía de Can Trilla. Esta masía alberga un convento de la Hermandad de Jesús Paciente, formado por cinco monjas. En su interior descansan los restos de su fundadora, Ramona Llimargas, nacida en Vic en el año 1892, en el seno de una familia humilde, sin  apenas saber leer ni  escribir.

Desconocía la Lengua Española, por lo que siempre hablaba en Catalán, y su vida estuvo marcada por las circunstancias sobrenaturales. El Padre dominico Pedro Fernández, biógrafo de la religiosa, explica que todas las apariciones extrañas que le ocurrieron en su vida, ya las vivía durante su infancia en la ciudad de Vic, donde era apodada "La Encantada", a causa de los repentinos éxtasis que concurrían en su persona. Tenía apariciones de la Virgen, curaciones milagrosas, sueños premonitorios, por lo que se creó alrededor de ella un hado de santidad. Su madre, en vista del revuelo que ocasionaba, la amanezaba con una paliza si proseguía con  aquellas conductas.

Si existe un episodio que marcó la vida de Ramona Llimargas, fue la Guerra Civil española. Vic era zona republicana, y en consecuencia todas las personas marcadamente religiosas, tenían que esconderse para librarse de la muerte. Se dice que ayudó a esconder a religiosos y curó a personas heridas. Se cuenta que ayudó al hijo de un renombrado anarquista y éste le ayudó cuando ella tuvo problemas con las milicias republicanas. Fue llevada a un descampado para ser fusilada, pero el anarquista Francisco Freixenet intervino para salvarla en última instancia de una muerte segura.

Durante la Guerra Civil española pasó algún tiempo en una masía perteneciente a la acaudalada familia Alsina, en las afueras de la ciudad de Vic. En esta masía ocurrieron algunos de sus trances más espectaculares, donde según algunos testigos, entre ellos José María Pemán, se le aparecía ni más ni menos que el general Franco, y le alertaba como que no acudiera a un banquete ceremonial en Zaragoza, porque pretendían envenenarle. Esta circunstancia definió la actitud que tuvo Franco con la monja, siempre preocupado por ella, y a la que colmaba con multitud de favores.

Las apariciones al Caudillo serían de vital importancia, puesto que además le aconsejaba sobre estrategias que tenía que tomar, como en la Batalla del Ebro o no participar en la Segunda Guerra Mundial. La demostración de estos hechos es muy compleja, pero según el periodista Xavier Theros, existen testimonios de personas cercanas a Franco que aseguran que, en ocasiones, al Caudillo se le aparecía una "santa", pero que en ningún caso se trataba de Ramona  Llimargas, sino de la mismísima Santa Teresa de Jesús.

Además, diversos heridos de ambos bandos aseguraron que esta mujer les atendió directamente en las trincheras, aunque resultara imposible que una religiosa se encontara en aquellos lugares.

El viaje más lejano que realizó físicamente Ramona Llimargas fue a Barcelona, al barrio de Gràcia, donde se instaló en la masía de Can Trilla. Sin embargo era conocida como " la monja bilocadora de Franco", aunque nunca llegó a ser monja, atendido que únicamente fue seglar.

Su muerte fue también un misterio. A principios de 1940 conoció a una persona que padecía cáncer y su fallecimiento era inminente. Ramona Llimargas pidió a Dios que la mujer se librara de su enfermedad y que ésta pasara a ser contraída por ella. Así fue, y al evitar ella cualquier tratamiento, falleció el 8 de octubre de 1940. En el momento de producirse el fallecimiento, varios vecinos del barrio aseguraron haber visto el espíritu de Ramona Llimargas.

La figura de Ramona Llimargas es un completo enigma. Para unos tiene todo el mérito de ser una santa, pero para otros fue un instrumento de propaganda de Franco. Sin embargo, los hechos sobrenaturales que giraron en torno a su persona, todavía son motivos para  algunos fieles, que acuden a esta masía del barcelonés  barrio de Gràcia para conocer la historia de Ramona Llimargas.

FUENTES DE CONSULTA

"La monja bilocadora de Franco". Artículo de Xavier Theros, publicado en "El País", en su edición del 3 de septiembre de 2008.

Cuarto Milenio. Iker Jiménez. Temporada 4. Programa 143. 

viernes, 17 de junio de 2016

RECORDANDO A RAMON MAS I CAMPDERRÓS (1911-1973)

Ramon Mas Camperrós y su esposa, Quimeta Vidal en  la puerta del su vivienda, que después sería  peluquería, en la calle del "Crucero Baleares", de Sant Boi de Llobregat,  en una fotografía del año 1935. 
(Aportada por su hijo  Francesc Mas Vidal)

Francesc Mas Vidal colgó en el día de ayer,  en internet,   esta preciosa y emblemática fotografía, con sus padres, Ramón Mas Campderros (1) y Quimeta Vidal en la puerta de su domcilio, en la calle del Crucero Baleares, de Sant Boi de Llobregat,  en el año 1935. Aquí estableció su peluquería de la que guardo uno de los primeros recuerdos de mi  existencia.

He de pensar que, desde mi tierna edad , debí de ser un niño muy consentido. Mis padres habían lamentado, allá en los años 40 del siglo pasado,  la muerte, en un mismo día, de sus primeros hijos, mellizos, niño y niña, a causa de una pulmonía cuando todavía no se disponía de la penicilina, y yo fui el primero en volverles a alegrar su existencia a los cuatro años de sufrir  aquel doloroso percance.

Explico esto porque mi madre, después de la comida del   mediodía, conseguía que durmiera  en su regazo  frotándome la espalda con la cabeza de las agujas para  tejer la   lana. En mi primeros años de vida, no había manera de que accediera acudir al barbero, y el bueno de Ramón Mas tenía la jacobiana  paciencia de acudir a casa para cortarme el pelo, mientras dormía en la falda de mi madre.  Y si en un  momento dado despertaba, se agazapaba detrás de la mesa del comedor para no ser visto, y cuando mi madre conseguía volverme a dormir, proseguía pacientemente  su labor hasta su finalización-

Pasado algún tiempo, veníendo  de comprar de la mano de mi madre,  al pasar por delante de su  establecimiento de peluquería, su esposa Quimeta  me ofreció una galleta "María". A partir de aquel momento, ya siempre acudí, acompañado de mi madre, a su establecimiento, dejándome cortar el pelo  sin más incidencias.

Por cuestiones de vecindad, y con el paso de los años,  siempre tuve ocasión de compartir con Ramón Más y con  su esposa, Quimeta Vidal , unas personas maravillosas y entrañables. 

Ramón Mas alternaba su profesión de peluquero con sus conocimientos de albañilería, y en esta otra faceta formó parte del equipo que descubrió la existencia de las Termas Romanas, de Sant Boi de Llobregat,  que dirigió el historiador y Cronista Oficial de la Villa, Carles Martí i Vila, y des de aquel momento, se aficionó a la arqueología, colaborando  muy eficazmente, durante años, en las excavaciones, prospecciones y trabajos de reconstrucción efectuados en distintos lugares del municipio.

Falleció precisamente a consecuencia de un accidentes de trabajo,padecido mientras construía un muro de contención en el interior del recinto de las termas romanas. (2)

En esta etapa final  de su vida, en que trabajó en el descubrimiento de restos arqueológicos,   se apresuraba en alertarme cuando acontecía un  nuevo episodio,  y me falicitaba toda la información necesaria para que luego pudiera dar cumplida  noticia  en los periódicos de mi corresponsalía, "Tele/eXpres", "Diario de Barcelona" y en la revista local "Vida Samboyana".

(1) Ramón Mas i  Campderrós (Viladecans, 1911 - Sant Boi de Llobregat, 1973)

(2) Viure Sant Boi. Setembre 2004