viernes, 7 de octubre de 2016

RECUERDOS DE AYER: LA MERIENDA DE NUESTRA INFANCIA.( AÑOS 40 y 50 DEL SIGLO PASADO)

 Pan de payés, de harina de trigo,  elaborado artesanalmente y cocido en horno con leña  de pino.
 Las sabrosas rebanadas de pan de payés, que durante una semana permanecían tiernas como el primer día.
 Las tabletas de chocolate para acompañar el pan. Las había de varias marcas.
Las rebanadas de pan de payes. A la izquierda de la imagen, con vino y azúcar, y a la derecha, con aceite y azúcar.



¡Ay aquellos viejos tiempos de mi infancia !. Era en la década de los años 40 y 50 del siglo pasado. Los niños y niñas de aquella época éramos inocentes y felices, ajenos a las penurias  que tenían que afrontar la mayoría de nuestros padres después de los difíciles años de la postguerra, que con largas jornadas de  trabajo en el campo, en la fábrica o en otros  menesteres, y sin olvidar las mujeres la añadida labor hogareña, veían crecer a sus respectivos  hijos que  para ellos suponía  la recompensa a los muchos esfuerzos realizados.

Y en el contexto de estas situaciones, recuerdo como si fuera ayer, la esperada hora de salida de la escuela por la tarde, en que íbamos a casa para dejar la cartera con el material escolar y salir de estampida hacia la calle, no sin antes proveernos de la correspondiente merienda.

¿ En qué consistía la merienda?. La base era siempre la misma : el pan. El pan era de payés, que se elaboraba con harina de trigo y de forma artesanal, cocido en hornos con leña de pino. Se cortaba en rebanadas, y un día lo comía acompañado de una pieza de chocolate. Las había de varias marcas: Ametller, Juncosa, Oller, Sultana, Batanga, etc. Si se compraba la pastilla entera, en su interior había un cromo, que coleccionaba cambiándonos los repetidos  entre nosotros.  Las tiendas también vendían chocolate suelta.

Para variar, otro día me daban la rebanada de  pan regado  con vino tinto directo del porrón y un poco de azúcar en su parte superior, y otro día, la rebanada de pan con aciete directo de la aceitera y también un poco de azúcar por encima. Por supuesto que las rebanadas de pan no estaban tan generosamente inundadas ni con vino ni con aceite como figuran en  las imágenes que ilustran estas líneas.

La merienda la devoraba en un instante, y seguidamente acudía al descampado, donde discurría el Torrent d'en Roses,  de lo que hoy en día es la Plaça de Catalunya, a pocos metros de casa, en Sant Boi de Llobregat, y allí en aquel espacio jugaba con la chiquillada del barrio a juegos diversos, incluso en ocasiones habíamos entablado nuestras  "batallas" tirándonos mútuamente piedras contra la chiquillada del "Molí",(actual Molí Vell) otro grupo que se agrupaba a unos trescientos metros más abajo, en dirección a la carretera C-245 por detrás de lo que hoy en día es el Mercat  municipal Sant Jordi. 

Y cuando anochecía, sudorosos, jadeantes  y sucios de polvo, cada cual regresaba a sus respectivas casas, donde las pacientes y  bondadosas madres cuidaban de limpiar con agua depositaba en baldes. En las casas no habían las comodidades de los aseos de nuestros días. Y después de la cena nos mandaban a la cama a dormir, que al día siguiente había que madrugar para ir de nuevo a la escuela con el nuevo día.